Voluntariado por el acompañamiento hacia el final de la vida

María Marqués ha sido voluntaria en muchos proyectos de la fundación: en el Rebost, en la Tienda, en el Centro de Día, en el comedor… y, hace un tiempo, le propusimos ayudar en un caso muy diferente y que puede convertirse en referente para casos futuros: hacer compañía a una persona mayor que estaba en una fase terminal de su vida. Esta es su historia:

—Maria, ¿cómo surgió la propuesta de hacer este tipo de acompañamiento?
Felip era un señor que ya no podía ir al Centro de Día, no podía andar, pero todavía tenía la mente muy despierta y se encontraba solo. Además de un paseo los jueves, no recibía más visitas. Así que Carles y Olivia me propusieron hacerle una visita a la semana. Yo no le conocía, así que era un reto para mí.

—¿Cómo era Felip?
Era un señor muy culto: sabía de política, de filosofía, de música… Nos explicábamos vivencias, comentábamos noticias, leíamos libros, incluso nos propusimos leer biografías de un personaje importante y comentarlas la semana siguiente: Marie Curie, Martin Luther King, Ana Frank, Juan XXIII, Verdi… Incluso hacía un resumen de la Wikipedia y le decía ‘¡ya he hecho los deberes!’. Fueron once meses muy enriquecedores. Él estaba acompañado y yo aprendí mucho. Por ejemplo, le gustaba mucho la política. La primera pregunta que me hizo, nada más conocerme, ¡fue a qué partido votaba!
A veces también hablaba de la muerte, y se preguntaba qué hacía aquí, decía que ya lo había hecho todo. Cuando ya estaba muy mal, el hecho de darle la mano y animarle cuando estaba triste y hablaba de este tema, nos ayudaba a los dos. A mí también porque me llena mucho el contacto con la gente mayor.
Los proyectos donde más me gusta hacer de voluntaria son el Comedor y el Centro de Día, porque hay más contacto personal. Ahora estoy haciendo de abuela y no puedo venir demasiado, pero más adelante quiero volver. Son pequeñas tareas que pueden ser enriquecedoras tanto para la persona acompañada como para la persona voluntaria.

Marzo del 2022