Editorial Llum Delàs 4/12/2017

04/12/2017

Navidad llega cada año, sea cual sea la situación que vivamos. La fiesta de Navidad anuncia una muy buena noticia: Dios es cercano y trae un mensaje de amor incondicional. Para todo el mundo. ¡Qué gusto tener alguien que no excluye al que no piensa ni vive como cada uno de nosotros!

La Navidad, en el mundo de las personas vulnerables, es un contraste impactante: preparamos la fiesta, buscamos acercarnos a quien sufre, con algún regalo. Comidas, cenas, meriendas. Encuentros familiares y, en nuestro caso, encuentros con nuestra familia extensa de todas aquellas personas que se guarecen bajo el Roure.

Para las personas que viven algún luto cercano, la Navidad cuesta. Querrían no tenerlo que celebrar. Pero nosotros, que conocemos el valor de la compañía, nos abocamos a ofrecerla, con aquel punto de gratuidad y de socarronería que hace alegres las cosas difíciles, que hace agradables los momentos de reunirnos, a pesar de ser nostálgicos.

Bienvenido y bendecido este Roure navideño que empieza a lucir espumillones, que reparte sonrisas, que acerca al que está alejado, que rehace al que está deshecho, que convoca solidaridades encaminadas a transformar la frialdad en calor amoroso. Las “razones” no tienen la última palabra porque hemos entendido el mensaje de “Dios con nosotros”, que nos ha traído desde ya hace más de veinte siglos la única palabra que transforma el mundo: el amor incondicional.