Editorial Llum Delàs Junio del 2019

03/07/2019

La Fundación Roure ha llegado a la mayoría de edad. ¿Habéis visto la portada de la última memoria?

El Roble ya tiene bellotas. El fruto ha podido madurar e incluso se ve.

Los más viejos recordaréis cuando habíamos plantado la semilla. Eran tiempos de tormentas y ventadas. Con rayos y truenos. La semilla iba haciendo camino. Moría para engendrar nueva vida. El Roble era pequeño, frágil. Las hojas, tiernas. Seguíamos cuidando a gente mayor. Seguíamos abriendo la puerta a las nuevas necesidades del barrio. Y ahora, gracias a la generosidad y el buen hacer de mucha gente, han crecido las ramas y ya pueden dar cobijo a más personas que lo necesitan.

Desde estas páginas querría agradecer a quienes lo ha hecho posible. Trabajadores vocacionales que llevan la sonrisa en el rostro y en las manos. Voluntarios imprescindibles y discretos. Beneficiarios que confían y nos abren las puertas a su necesidad. Artistas del trabajo bien hecho que contagian profesionalidad. Patrones que acompañan ilusiones y desmesuras. Empresas que ayudan con su filantropía. Entidades hermanas con las que formamos redes para responder mejor a una sociedad enloquecida que causa estragos entre los pequeños de este mundo.  Nosotros seguimos aprendiendo de la sabiduría de los mayores y de los silencios de aquellos que no gritan, pero que de tanto querer nos hacen la vida agradable y fecunda.

En estas páginas encontraréis resumida la vida de cada día. A quienes todavía no nos conocéis os invito a venir, a recorrer las calles con nosotros y a escuchar palabras amables. No hablamos de pobrezas, ¡hablamos de la riqueza de poder reconectar vidas!