Un voluntario en tiempos de confinamiento

15/06/2020

—¡Buenos días Bruno!, ¿Te podrías presentar?
—Me llamo Bruno y soy maestro de primaria, psicopedagogo y también hago formación a maestras de religión.

¿Cuánto tiempo hace que eres voluntario en la Fundación?
—Desde el primer día del confinamiento en el que se repartieron alimentos, a mediados de marzo, y desde entonces he venido cada día. Puedo compaginar bastante bien el trabajo de maestro con el voluntariado, con lo cual estoy encantado de poder dar continuidad.

¿Por qué decidiste hacerlo?
—Por varias razones: la primera, porque intuí que esto que nos venía encima era “una de gorda” que comportaría grandes dificultades. No sería igual para todo el mundo y se necesitaría una ayuda especial. Por otro lado, me gusta estar en contacto con la realidad. Hay personas que no la quieren ver y para ellos no existe; para mí es importante tener el ojos abiertos a todo aquello que pasa. Se tiene que vivir, ver, tocar la realidad; si no, no eres consciente. 

¿Qué sensaciones te llevas cuando te vas a casa? 
—En algunos momentos me quedo impactado. A parte de dar los lotes en la Despensa, también hacemos domicilios, y cuando vas a las casas del barrio y te encuentras esas escaleras estrechas y empinadas, y todo en mal estado, te das cuenta de que la persona que vive en el tercero, que es grande y tiene Parkinson, tiene que subir y bajar con esta compra que tú llevas.
Vuelvo a casa muy contento, he tenido mucha suerte de haber podido hacerlo. Estoy haciendo un servicio que hay que hacer y lo vivo como un regalo. Creo que es muy importante dar continuidad al voluntariado. Si los voluntarios sabemos cómo funciona todo, Luma y Diana pueden atender a las personas y pueden hablar con ellas tranquilamente. Es algo muy importante y muy buscado, ya que a veces, por las razones que sean, cuesta mucho conseguir esta continuidad.
Y en tercer lugar, decirte que acabo muy cansado físicamente: no paramos. 

¿Querrías compartir alguna anécdota?
—Me encanta la delicadeza con la que la Luma ( estuve más con ella que con Diana que también es fantástica) trata a los usuarios: el respeto, su dulzura cuando tiene que decir que no, la serenidad y la claridad: es un tipo de trato que dignifica.
Me gusta mucho cómo se cuida al voluntario: uno de esos días fue el cumpleaños de Pere y ellas se organizaron para hacerle una “pequeña” fiestecilla, ¡fue muy guapo verlo!

Y también comentar que, aunque ahora se den lotes de productos, lo hacemos de la forma más personalizada posible, según las necesidades familiares, teniendo en cuenta si hay alergias o intolerancias, etc. Creo que el hecho de personalizar las ayudas es un valor añadido que tiene el proyecto y la Fundación.

¡¡¡Gracias, Bruno!!!